Nuestr@s niñ@s

jueves, 28 de junio de 2012

El barrio

Ya has pasado a formar parte de este entorno. Te reconocen con cierta familiaridad en la panadería, en la frutería, en el parque, en la farmacia... Tú también les reconoces.
Cuando te ven, hablan de lo que has cambiado, lo que has crecido, lo que te ríes y lo que les provocas con tus miradas.

Volvemos a los comentarios de la alegría de verte y de la pena cuando te vayas, "porque éste también se va, no?".
Y es que el barrio es así.
Somos los mismos y ya te hemos hecho tu hueco.

jueves, 21 de junio de 2012

Caminar

Gateas a toda velocidad para llegar de un sitio a otro; y hace un tiempo que descubriste que puedes ponerte de pie y empujar algo que te lleve a donde quieras llegar.
Y vas ganando seguridad y tranquilidad. Y tus piernas se fortalecen mientras lo haces una y otra vez. Y te coges a un mueble y caminas de punta a punta; y te apoyas en la pared y caminas hasta su final; y el correpasillos ya es tu aliado.

Caminar es un reto que tienes intención de superar en un breve plazo.

jueves, 14 de junio de 2012

La piscina y la playa

El calor que nos envuelve nos obliga a acercarnos, y a acercarte, al agua que nos rodea.
Tus primeros contactos han sido tímidos, temerosos, agarrado a nosotros como si pensaras que te soltaríamos allí mismo.
Después poco a poco te asomas para ver si el agua se mueve sola o si puedes moverla tú. Poco a poco aflojas tu abrazo y te animas a salpicar, a mover las manos y los pies... y ríes al ver que nuestra mano te sujeta con delicada firmeza.

Y así pasan los días hasta que te da la risa floja cuando nos ves preparando las toallas para salir; te emociona sentarte en el borde de la piscina y meter los pies en el agua y salpicar, salpicar, salpicar. Te gusta gatear por la arena hasta el borde de las olas y dar media vuelta para que no te pillen.


jueves, 7 de junio de 2012

Visita


Llega la primera visita con tu familia. Vienen a verte y se alegran de ver cuánto has crecido. Preguntan y aprenden de tus rutinas, de tus costumbres, de tus juegos.
Tus primeros pasitos les emocionan.

Y yo desde el otro lado tiemblo hasta saber que intentan conocerte, quererte, tenerte. Tiemblo porque mi ignorancia me hizo creer que no vendrían o que apenas se acercarían a ti. 

Soy incapaz de ponerme en la piel de alguien que debe renunciar a ver a su hijo a diario; alguien que, en un contexto con el apoyo familiar adecuado, lo abrazaría cada mañana al despertar y lo arroparía cada noche al llevarlo a la cama. Alguien que lo quiere y que por ello entiende que necesita otras manos que le ayuden a crecer.

Vuelves con ganas de dormir. Has jugado con ellos, aunque no sabes bien lo que pasa.
Poco a poco.