Hace unos días, en un encuentro de familias de acogida, me encontré con una niña a la que conocí cuando tenía dos años. En aquel momento estaba con otra familia de acogida durante el tiempo que estimaron que su familia necesitó para que ella volviera.
Durante un tiempo con mucho esfuerzo y muchos apoyos, la niña estuvo allí; pero la situación cambió de nuevo y fue necesario que ella volviera a salir de su casa.
Ahora tiene ocho años y lleva unos catorce meses con esta nueva familia con la que se quedará, casi con toda seguridad, hasta su mayoría de edad. Sigue teniendo contacto con su familia de origen y, tanto ella como ellos, saben que la convivencia no es posible.
Tiene ocho años y una sonrisa calmada como cuando tenía dos. Y ha sabido crecer y adaptarse para vivir en este nuevo camino.
Durante un tiempo con mucho esfuerzo y muchos apoyos, la niña estuvo allí; pero la situación cambió de nuevo y fue necesario que ella volviera a salir de su casa.
Ahora tiene ocho años y lleva unos catorce meses con esta nueva familia con la que se quedará, casi con toda seguridad, hasta su mayoría de edad. Sigue teniendo contacto con su familia de origen y, tanto ella como ellos, saben que la convivencia no es posible.
Tiene ocho años y una sonrisa calmada como cuando tenía dos. Y ha sabido crecer y adaptarse para vivir en este nuevo camino.
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